miércoles, 31 de julio de 2013

Para reírse de la historia

por Christian Wiener Fresco

La historia es una relación de los hechos del pasado que, por más que se precie de científica, no es infalible y siempre revisable. Por eso los teóricos posmodernos la definían como un “metarrelato” (es decir, un relato más allá del relato); o en otras palabras, una narración que reconstruye una versión o verdad de lo sucedido, apoyada en datos, testimonios y evidencias verificables, pero que no se exime de una interpretación con un determinado sesgo ideológico. De ahí que se hable que muchas veces la historia la escriben “los vencedores”, para referirse a que quienes alcanzan el poder, suelen imponer también su verdad histórica como la única valida; por supuesto,  cuando la tienen (que no es el caso de los que se llaman pragmáticos y acomodaticios, que prefieren la negación de la historia, como sucedía con Fujimori).


Según palabras de la directora en una reciente entrevista, la obra es “una magistral (sic.) clase de historia del Perú, en joda”. Dejando de lado el adjetivo, por exagerado y poco modesto, por decir lo menos; lo que es evidente es su intención de revisar, en clave de humor, algunos hechos y relatos más conocidos y reconocibles de nuestra historia oficial.

En principio, no habría nada que objetar a la propuesta, porque si la historia es un relato, como hemos mencionado antes, es perfectamente legítimo desde el arte confrontar y replantear el discurso, y porque no, con las armas del humor y la parodia que puedan poner en cuestión mitos y certidumbres del relato histórico instituido, como lo hicieron, en su momento, los ingleses Monty Python, el norteamericano Mel Brooks  o el propio Quentin Tarantino con los “Bastardos malditos”.

Sin embargo, la propuesta de “Perú ja ja” no busca la sátira punzante de nuestros males históricos, o una interpelación de la historiografía oficial, o cuando menos, una puesta en crisis del relato genérico que define a los peruanos. Nada de eso, la obra se limita a una caricatura bastante burda y superficial de determinados personajes y situaciones de la historia nacional, vistos como cromos intercambiables de un álbum escolar, y con bromas no exentas de alusiones racistas y homofóbicas. Adicionalmente, y como ha sido señalado en las redes sociales, sus datos históricos de base tienen gruesos errores, lo que es lo mínimo que se puede exigir a quien quiera hablar de historia, así sea en plan de joda.

Un ejemplo representativo es el episodio de la batalla de Arica y el sacrificio de Bolognesi y Alfonso Ugarte, donde se quiere presentar al primero como un viejo aburrido y loco, y al segundo, un imberbe y algo amanerado hijito de papa. Detrás del maleteo a esos dos personajes, precisa en su blog Gustavo Faverón, está “la idea vil y baja de que la solidaridad y la voluntad de entregarse por los demás es cosa de "cojudos", desacreditando su acción, con ese tonito cachasiento y alpinchista,  tan común en estos tiempos en ciertos sectores favorecidos de la Lima señorial.

Lo que hace más evidente que la supuesta lectura irreverente de la historia no es tal, o es solo selectiva, es la gruesa omisión de los realmente poderosos en el sainete de Tovar. ¿Por qué no hay mención ni burla de la fuga de Prado, los enriquecidos por el guano, o los grandes señores de la tierra que terminaron colaborando con el enemigo? 

No es mi intención rasgarme las vestiduras, ni investirme de patrioterismo, pero si tenemos que poner en el fiel de la balanza histórica lo que hicieron los líderes políticos y económicos en la guerra con Chile, frente a personajes como Bolognesi, Ugarte o Grau; sin duda que los segundos merecen nuestro mayor reconocimiento, más allá del manoseo de sus figuras por el tradicional discurso castrense y oficial. Más aún, en un país con tan devaluado sentido cívico en su población, después de la devastación educativa del fujimorismo, y con tan pobre nivel de compresión lectora.        


Al final, lo que es claro, es que la opción de la obra es solamente el divertimento fácil y redituable económicamente, no importa cómo y sobre que o quienes lo hagas, lo que parece la moda de estos tiempos de “Marca Perú”

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